En cantidad de personas, fuimos las de siempre, pero todo el que pasaba por donde estábamos se quedaba con las ganas de apuntarse y de hecho hubo quien lo hizo. Lo menos había 10 juegos diferentes y cada cual utilizaba el que más le gustaba. Entre los difíciles estaban, unos botes en los que te subías y por medio de unas cuerdas atadas a estos y que agarrabas con las manos, había que intentar andar con ellos si caerse de estos, unas tablas, simulando unos esquíes, en las que también por medio de unas cuerdas y por parejas, tratabas de andar a la vez que tu pareja, si no había coordinación no avanzabas y a veces te caías y unos zancos en los que podías regular la altura, pero todo los utilizaron en la posición más baja. Al principio costaba cogerles el tranquillo pero luego todos nos hicimos expertos.
Cada uno merendó cuando pudo y quiso. Algunos jugaron al castro, con gran destreza por cierto.
Otros con la petanca, había bolas de plástico y de acero, todos con las de acero que pesan más. Como somos la raza humana.
Algunos fueron más listos y probaron un juego, no muy físico pero frustrante, pues era dificilisimo. Trataba de meter unas pastillas de colores pequeñitas en un cubilete, pellizcandolas con otra pastilla mayor, lo dicho casi imposible, pero alguna que otra entro.
El juego estrella, por participación, fue el pañuelo, en el que casi todos los del encuentro participamos. Siempre hay alguien que se resiste a colaborar, pero ponen mucha atención en lo que hacemos. Tal vez algún día se animen.
También había aros de hula hoop, combas individuales, bolos y como no balones de fútbol. Esta vez no le dimos de comer a los patos, no nos dio tiempo. Fue uno de los mejores encuentros por la diversidad de juegos. Este lo repetiremos seguro.
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